A través de cierta Universidad española, llega a la SEIP (Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas ) una insistente denuncia donde se manifestaba una sobrecargada actividad poltergeist que estaba acabando prácticamente con la vida de una persona. Al lugar, habían acudido diversos profesionales del campo de la psicología y de la física, sin encontrar una explicación a los sucesos y sin solucionar un problema que continuaba asediando a la familia.
CONSEJEROS DESDE EL MÁS ALLÁ Por: Pedro Amorós ( Presidente SEIP ) Todo estaba tranquilo y nadie imaginaba lo que había tras el cristal En un pequeño pueblecito de la provincia de Murcia vivía en una humilde casa Dña. Rosario, una anciana de unos 80 años de edad. La casa era fría y antigua, de una sola planta y aunque vieja estaba bien acomodada y mantenida por reformas para hacer más agradable y moderna la estancia. Durante una fría tarde invernal, Dña. Rosario se encontraba sentada en su sillón viendo uno de sus programas de TV favoritos y bajo el calor de su brasero, acomodando sus dolorosas piernas del frío del exterior. Reinaba la tranquilidad en la casa, cuando de repente todo se ve turbado por algo que se acercaba deslizándose lentamente por el aire desde la despensa que había junto a la cocina, se trataba de una fotografía de su difunto hermano enmarcada en un pesado marco de madera. La anciana, atónita y asustada comenzó a gritar y a pedir ayuda para que alguien la socorriera. Los familiares que se encontraban en la casa adyacente, al escuchar los gritos entraron rápidamente encontrando a Dña. Rosario envuelta en lágrimas y el cuadro de la fotografía de su difunto hermano estrellado contra el suelo con el cristal que recubría al marco deshecho en mil añicos. Cuando le pidieron una explicación ante tal extraño suceso, su sorpresa fue tremenda y pensaron que ante el increíble testimonio de la anciana, dada la avanzada edad podría haber “desvariado” un poco en sus percepciones y quizás podría haberlo cogido ella misma sin recordarlo y luego podría haberse caído al suelo, pero lo raro es que la anciana nunca había tenido antecedentes de este tipo ni tampoco de olvidar algo de una forma tan repentina. Así pues todo quedó en una mera y curiosa anécdota muy desagradable que comenzó a olvidarse a los pocos días. Pero durante otra tarde, al poco de este primer suceso, los familiares escucharon otro estruendo repentino con ruido de cristales rotos en la casa de la abuela. Corriendo entraron para ver que había ocurrido y vieron a Dña. Rosario con las manos tapándose la cara y llorando desmesuradamente. Había cristales por todas partes y un enorme agujero en la ventana de la despensa. El testimonio de la anciana era todavía más increíble que el anterior. Mientras estaba tranquila sentada en su sillón, comenzaron a entrar botellas de vino y de cava desde el exterior de la vivienda, provocando un agujero en el cristal de la ventana de la despensa y causando el estruendo de cristales que había alertado a la familia. La despensa era un pequeño cuartito que albergaba lo típico en estos casos y la ventana daba a un patio interior de la misma casa, con lo que nadie podría haber efectuado este hecho desde fuera y lógicamente tampoco desde dentro. Entonces… ¿quién había sido? Los familiares comenzaron a plantearse que en la casa estaban ocurriendo cosas extrañas puesto que no había nadie dentro del patio y la anciana no podía caminar apenas con lo que la hipótesis de que hubiese sido la anciana estaba prácticamente descartada. Pudieron comprobar que la ventana tenía un agujero por donde habían entrado las botellas y el suelo estaba repleto de cristales rotos con las botellas de cristal hechas pedazos, y nadie hubiese podido caminar por encima sin haberse cortado con todos esos trozos de cristal. Un Curandero intentó eliminar el Mal de Ojo de la casa Tras este hecho, la familia comentó el caso a cierto curandero que mandó quemar algunos inciensos en el interior y rezar algunas oraciones. Con esto parecía que todo había vuelto a la calma ya que durante unos días cesaron todos los problemas, sin embargo ocurriría algo que para la familia tenía algo más profundo que una simple anécdota paranormal. Mientras la anciana estaba en la salita de su casa situada en la entrada, escuchó un ruido extraño en la cocina. Y lentamente se dirigió hasta allí para ver que había causado el ruido. Cuando llegó, sobre la mesa vio con estupor un chal de lana que solía llevar completamente rajado por la parte de la espalda. A los pocos días del suceso, a pareció un mantel igualmente rajado. Días más tarde apareció una manta y un jersey negro con unas extrañas marcas de cinco dedos. En la casa se escuchan ruidos en la noche, voces, susurros que llamaban a la anciana por su nombre y le pedían ayuda. La anciana estaba al borde de la histeria pensado que se estaba volviendo loca. Pero la gota que colmó el vaso, fue cuando en la salita de la casa aparece un papel con unas palabras escritas de una forma temblorosa y misteriosa diciendo ¡ SOY YO JOAQUÍN! y otro día aparecería otro que le ponía ¡ SOMOS LOLA y JOAQUÍN… NO TE PREOCUPES… REZANOS! Lola y Joaquín eran los hermanos difuntos de Dña. Rosario y ella en esos momentos interpretó todos los sucesos a que sus seres queridos le estaban llamando desde el otro lado para que se reuniera con ellos. Así, la abuela tan solo repetía la familia entre sollozos que lo único que quería era morirse y abandonar este mundo. Y mientras, en la casa lo ruidos, lamentos y fenómenos extraños seguían produciéndose sin cesar. La familia busca ayuda desesperadamente, la salud de la anciana empeora por momentos. La SEIP abre un nuevo expediente y comienza la investigación La familia ya lo había probado todo, psicólogos, curanderos de la zona, oraciones contra el mal de ojo y “anti” espíritus, prácticamente ya no sabían a quien recurrir ni que hacer. De una u otra forma, el destino hizo que el caso llegase a la SEIP y de inmediato nos pusimos manos a la obra para intentar investigar un posible caso paranormal que estaba acabando textualmente con le estabilidad de una familia y con la vida de una anciana. Dada la extremada premura del caso, Pedro Fernández ( Vicepresidente de Investigaciones SEIP ) y yo nos desplazamos hasta la casa para una toma inicial de datos, testimonios y una observación general de la situación fenomenológica ocurrida. Encontramos a una familia totalmente abrumada por los acontecimientos y a una anciana con el único deseo de reunirse con sus seres fallecidos. Y lo cierto es que con tal cantidad de cosas no sabíamos como enfocar aquel complejo caso. Así que comenzamos examinando las pruebas y recogiendo muestras. La investigación en este tipo de casos normalmente suele enfocarse desde el principio más lógico y físico del asunto, pensado que la mayor parte de cosas y fenómenos inicialmente inexplicados suelen tener una clara explicación física o científica y por ello antes de comenzar a realizar el estudio de los posibles fenómenos paranormales se debe esclarecer que realmente se trata de fenómenos sin explicación. Nuestra intención era realizar un perfil psicológico de los componentes familiares y de la principal testigo de los hechos (la anciana ) y tras el informe de nuestros técnicos en el área psicológica, determinar la posibilidad de una realidad o una fantasía creada. Posteriormente superada la primera fase en, las pruebas y muestras serían analizadas en el laboratorio del Departamento de Analítica de la SEIP, buscando una posible explicación al origen de ciertas partículas misteriosamente encontradas en algunas prendas. Tras esto, se iniciaría la investigación paranormal, orientada sobre todo al fenómeno psicofónico y poltergeist. Tras someter a la anciana al estudio de un pequeño polígrafo portátil ( detector de mentiras), comenzamos a examinar la casa. La zona “caliente” de la casa estaba ubicada en la cocina que incluía evidentemente la despensa. En las habitaciones situadas a ambos lados de la entrada, nunca había ocurrido nada aparentemente extraño, tan solo se habían escuchado voces y ruidos que igualmente provenían de la cocina. Tras el hall de la casa, venía el salón/comedor donde tampoco se había percibido nada según el testimonio de la familia. Y luego, la pequeña cocina y la despensa. La ropa estaba literalmente rajada con cortes de un afilado cuchillo Mientras paseábamos por la casa de un lado para otro realizando fotografías que luego pudiésemos examinar meticulosamente, la familia nos iba contando y narrando la gran cantidad de sucesos que aquí les he contado de una forma resumida. Luego nos mostraron las prendas de ropa que habían sido cortadas por invisibles habitantes de la casa y dadas las circunstancias de una forma misteriosa. Lo primero en examinar fue un chal y un mantel rojo de hilo que habían sido rajados. Aparentemente los cortes no ocultaban nada más que rasgaduras sin continuidad, cosa que hacía pensar que lo que hubiese realizado aquello, tenía una fuerza descomunal puesto que el mantel era de hilo y muy, muy resistente ante la simple tensión. Si hubiese actuado un cuchillo o unas tijeras, el corte hubiese sido limpio y no aparecerían las rasgaduras que observamos de una forma irregular. Sin embargo la observación a través del microscopio, desveló algo que no se había visto a simple vista por los familiares. Las primeras hebras de hilo estaban cortadas uniformemente y el corte de la sección de los hilos no presentaba desgarro sino un límpio “tajo” producido por un utensilio extremadamente afilado y con una sección de un centímetro y medio. Tras examinar las prendas de vestir y demás cosas que presentaban desgarros de este tipo, descubrimos que todos, absolutamente todos presentaban el mismo tipo de corte inicial y posterior desgarradura. Así y a pesar de la dureza de los materiales de un tejido muy resistente, con un corte inicial sería sencillo introducir un dedo a través del primer corte y limitarnos a estirar desde un extremo. Tan solo nos faltaba encontrar el “arma del delito” para demostrar que aquello se produjo de una forma intencionada. Así que pedimos a la familia que extrajesen todos los utensilios de corte: cuchillos, tijeras etc… y nos los mostrasen. Examinamos los cortes iniciales y todos coincidían en un utensilio muy afilado y de un centímetro y medio de sección. Así pues comenzamos nuestra búsqueda y tas un buen rato, descubrimos posiblemente el cuchillo con el que se realizaron los primeros cortes. Se trataba de un cuchillo de cocina similar a uno “jamonero” pero con más dureza, un cuchillo que por su peligrosidad no debería estar al alcance de cualquiera. Los experimentos que realizamos con el mismo material y el cuchillo encontrado dieron positivo en sucesivas ocasiones siendo coincidentes los cortes bajo el microscopio y por lo tanto probaba que aquellos cortes fueron realizados de manera intencionada, con ese cuchillo y por una mano probablemente muy humana. Tras esto nos centramos en un jersey negro que presentaba las marcas de unos dedos arrastrados sobre la espalda del mismo. La familia estaba desconcertada porque aquellas marcas estaban como pintadas pero el material era una especie de plástico moldeable o … cera con un curioso y familiar aroma que no nos venía a la cabeza. Así pues comenzamos a buscar y buscar por la casa, hasta que encontramos en una de las habitaciones una vela que presentaba unos cortes muy recientes y con la que perfectamente podrían haberse simulado las marcas. Pero cuando realizamos los experimentos pertinentes nos dimos cuenta de que no, de que incluso estaban marcadas las huellas de los dedos pulgares y a no ser con cera caliente hubiese sido imposible realizar aquello. Planteado esto, encendimos la vela y esperamos a que el calor deshiciese un poco la parte superficial y generase la cera líquida esperada. Tras quemarnos los dedos al realizar las pruebas nos percatamos de que la cera se enfriaba antes de dejar la huella en el tejido y además una vez impregnado era fácilmente extraíble y las huellas originales estaban firmemente pegadas en el jersey. Por lo tanto no podía haberse realizado de aquella manera. Solo cabía pensar que los dedos marcados en la ropa estuviesen compuestos de ectoplasma fantasmal Dado que ni los familiares ni nosotros sabíamos de qué podría tratarse aquella sustancia que para cualquier profano hubiese pasado por el conocido ectoplasma fantasmal, recurrimos a lo que todos tenemos desarrollado y algunos mermado, el olfato. Aquel aroma era intenso. A pesar de que habían transcurrido algunos días, todavía conservaba su característico aroma a … no sabíamos, quizás ¡un medicamento!. Pedimos a la familia que sacasen todos lo medicamentos que había en la casa y tras olerlos todos … ¡bingo! Encontramos un pequeño frasquito de SINUS, un compuesto a base de mentol que se utiliza para realizar inhalaciones cuando se sufre de rihinitis o problemas respiratorios. El frasco estaba casi vacío y por lo tanto era probable que se hubiese utilizado para tal fin. Así que nos untamos los dedos y realizamos las pruebas y tras esperar un tiempo a que se secase comprobamos bajo un binocular que las hebras de tejido se habían impregnado de la misma manera que en las marcas originales. Y la pregunta que sigue era obvia… ¿quién utilizaba aquel medicamento? La respuesta nos sorprendió porque a pesar de que se encontraba en la casa de la abuela, ese medicamento lo utilizaba el nieto de unos dieciséis años de edad, que padecía de tales afecciones respiratorias y que vivía en la casa contigua, la de sus padres. Ya teníamos un sospechoso y además muy vinculado a la situación por lo que ahora veremos. La investigación proseguía y todo iba esclareciéndose de una manera muy lógica, e incluso ya teníamos un sospechoso. Las caras de los familiares conforme observaban nuestro trabajo cada vez se hacían más palpables de saber algo que nos querían ocultar, aunque pro supuesto tan solo se trataba de una presunción, porque los hechos ocurridos en la despensa no tenían una clara apariencia de ser producidos por algo humano. Situados en la despensa, los familiares comenzaron a narrarnos como las botellas de vino, cava y demás entraban desde el exterior y caían contra el suelo de dicho cuartito estrellándose y rompiéndose en mil pedazos. Allí, observamos la rotura del cristal que para colmo era doble, de los que son insonorizados y climatizados térmicamente. El agujero que había era limpio, por lo que cualquier cosa que hubiese entrado desde fuera tendría que haberlo hecho con una velocidad suficiente como para solo romper el lugar de impacto y no el resto del cristal tal y como actuaría una bala, pero de grandes dimensiones. Examinamos la rotura dándonos cuenta de que las botellas que presumiblemente habían entrado desde fuera y que algunas no se rompieron estaban allí en el lugar y su diámetro no hacía posible tal afirmación. Sin embargo las lascas de cristal analizadas indicaban claramente que el cristal se había roto desde fuera hacia adentro. Y por otro lado las botellas no cabían literalmente por el agujero realizado en el cristal, faltaban unos milímetros escasos pero tal y como se encontraba el cristal en ese momento, era completamente imposible que una sola de esas botella hubiese podido entrar o atravesar el cristal sin romperlo más. Así que comenzamos a buscar algo con lo que poder haber realizado la rotura del cristal desde el exterior hacia adentro y que fuera lo suficientemente útil como para causar el agujero sin romper la ventana entera y por supuesto sin poner en peligro al causante, de forma que cuando un cristal se rompe, siempre caen trozos que podrían cortar a quien estuviese frente o debajo del mismo. El patio interior que daba a la ventanita de la despensa, tenía una enorme puerta metálica y en la que a modo de antirrobo había una barra de hierro, lo suficientemente larga como para que si alguien diese con una de las esquinas al cristal, éste se rompiese sin poner en peligro al causante. Además, al coger cierta inercia, el peso de la barra de hierro haría que en su extremo se concentrase una enorme fuerza de impacto por inercia y peso que causaría una rotura limpia sin posiblemente romper el resto de la ventana. Es cierto que algunas botellas se rompieron, y que otras no. Este dato, nos hizo pensar que sería muy posible que algo desde fuera entrase y que golpease a las botellas que había en el suelo de la despensa, produciendo la apariencia de que lo que entraban eran las botellas de la despensa. Pero claro, al no caber pr ese agujero, era literalmente imposible que esto hubiese sido así. De este modo, lo más lógico era pensar que por ese agujero alguien habría lanzado pequeñas botellas tales como de agua o cerveza ( tercios ) que sí que cabrían por el orificio y que al estrellarse contra el suelo se hubiese roto, salpicando al resto de botellas que se encontraban en el interior y haciendo parecer que estas botellas también habrían entrado desde fuera. Algo no cuadraba, la altura del supuesto fantasma debía ser descomunal Pero algo no cuadraba. La persona que debía haber efectuado ese hecho según nuestra investigación, debía por lo menos tener dos metros de altura, cosa improbable y por supuesto ilógica al no haber nadie en el interior de la casa cuando llegaron los familiares. El patio de la casa, es un patio familiar donde se unen las dos casas, la de Dña. Rosario y la de sus familiares y por el único lugar por donde podrían haber entrado alguien debía haber sido por la casa de los familiares y sin embargo estos no encontraron a nadie en el camino que tan solo dista unos diez o quince metros. Observando en el patio, encontramos una silla de las que se utilizan en los colegios antiguos y que son de hierro con asiento de madera. Los familiares nos dijeron que la silla estaba allí, al otro lado de la puerta y no bajo de la ventana. Así pues comenzamos a examinar la silla, ya que lo más probable es que alguien la hubiese utilizado para subirse encima e introducir las botellas por el agujero en el cristal. A simple vista no había cristal sobre la misma sin embargo, la lógica nos hizo pensar que un cristal impregna con añicos muy pequeños un perímetro bastante grande, tanto un uno como en otro sentido y posiblemente el causante debía haber pisado algunas de estas partículas de cristal y muy probablemente hubiese restos. Dicho y hecho, al someter el asiento de la silla a luz ultravioleta y sirviéndonos de un microscopio observamos claramente restos de partículas de cristal y microcortes producidos por arrastrar algunos restos de cristal sobre la misma. Con esto quedaba confirmado el uso de la silla para producir la rotura. Ya que teníamos un sospechoso principal, pedimos a la familia que nos trajesen el calzado que normalmente el muchacho solía llevar, así que nos trajeron varios tipos de calzado y en uno de ellos , en las zapatillas que comúnmente se utilizan para andar por casa, encontramos reflejados los mismos microcortes que de una manera más abrupta habían rajado literalmente la blanda suela de goma. Nuestro sospechoso se hacía cada vez más patente y tan solo nos quedaba por explicar algunas de las cosas que todavía seguían planteando dudas. Así que nos dispusimos a examinar las cartas donde aparecía escrito con letra temblorosa: ¡ SOY YO JOAQUÍN! y ¡ SOMOS LOLA y JOAQUÍN… NO TE PREOCUPES… REZANOS! Unas cartas desde el más allá ponen de manifiesto la inconformidad de la venta de unos terrenos Este era el punto más delicado de la historia puesto que la anciana pensaba que eran sus propios hermanos lo que desde el más allá le estaban diciendo o advirtiendo de algo y que sin duda se la querían llevar por alguna causa. La familia tenía unos terrenos de gran valor que habían recibido de una herencia y por circunstancia el difunto propietario nunca quiso vender a ciertas personas. Al fallecer, los herederos estaban planteándose la venta y precisamente a esas mismas personas que el difunto nunca quiso. Por ello la familia pensaba que desde el más allá les estaban diciendo que no vendiesen tales terrenos y por esto paralizaron toda negociación. Tanto Pedro Fernández como yo, somos Peritos Calígrafos Judiciales, y por tanto este caso iba a ser una especie de examen para dictaminar un culpable directo ante los hechos causados en la casa. Así pues, comenzamos a estudiar y comparar las letras temblorosas y deformadas que aun con esfuerzo de ocultar su génesis, la letra conservaba rasgos y matices fácilmente detectables por un calígrafo. Y ya que teníamos un sospechoso, pedimos a la familia que nos mostrasen algunas libretas del nieto para comparar las escrituras. Nada más examinar y comparar la letra vimos toda la traza similar que algunas de las letras conservaban por lo que directamente asociamos la letra temblorosa y supuestamente de los espíritus a la del nieto. La explicación ante el fenómeno de la fotografía que volaba hacia la anciana mientras estaba sentada en el sillón, la explicación fue sencilla. La anciana se durmió tras la comida cosa que solía hacer todos los días y mientras dormía, el nieto cogió la fotografía en cuestión de su hermano Joaquín y la colocó sobre la anciana, para darle un susto cuando despertase. Tras esto se marchó y cuando la anciana despertó de su siesta, el cuadro, apoyado sobre ella, se cayó contra el suelo y así la anciana en un estado recién salido del sueño, asoció que la fotografía vino volando desde la despensa y cayó al suelo frente a ella, creando así el inicio de toda una fenomenología aparente. El culpable se delata Dadas todas la pruebas y experimentaciones realizadas en la casa y con diversos materiales y la demostración y vinculación de las mismas a un posible sujeto ( el nieto ), todo apunta a dictaminar que el propio nieto es el culpable de todo hecho acontecido en la casa y que presuntamente tenía origen paranormal. El muchacho de dieciséis años, estaba atravesando una depresión. No quería ir al colegio por determinadas razones y hacía tres meses que se le había diagnosticado un estado depresivo que como consecuencia hacía que el chico no saliese a la calle y por tanto faltase al colegio. Además el muchacho había manifestado muchas veces que no quería que la familia vendiese los terrenos heredados, ¿porqué? Porque tenía una especial vinculación con su abuela, Dña. Rosario y sabía que ésta en el fondo respetaba el deseo de sus hermanos y por tanto no quería que dichos terrenos fueran vendidos. Así pues el nieto aprovechando su estancia en la casa, quiso llamar la atención de los padres y de alguna manera hacer el deseo de su abuela realidad. Tras la investigación de la SEIP , el muchacho se confesó autor de los hechos y por lo tanto el caso se resolvió alegre y felizmente ya que los terrenos no fueron vendidos a las personas que los difuntos propietarios no deseban. |