Las caras de Bélmez.- Se nos fue María
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domingo, 19 de noviembre de 2006


SE NOS FUE MARÍA
Las Caras de Bélmez

 

Por Pedro J. Férnandez ( Comité Internacional SEIP )

El día había amanecido de buen color para muchos de nosotros pero a las pocas horas de que el sol hiciera su rutinario acto de aparición, María Gómez Cámara – María “la de las caras”- abandonaba este mundo entristeciendo el resto de la jornada para la inmensa mayoría de los investigadores y curiosos de los asuntos paranormales. En la mañana del 3 de febrero de un año que no olvidaremos, los equipos médicos del Hospital de Jaén poco más pudieron hacer para retardar la cita de la anciana con la muerte.

Los últimos días

Tocando el final del pasado año 2003, comenzaba a sentir menos fuerza que nunca por lo que su hijo Miguel y María Jesús, esposa de este, improvisaron en la cocina más famosa del mundo, el nuevo cuarto de descanso para la anciana evitando así el costoso subir y bajar de las escaleras que cada noche le conducían a su dormitorio. El día 1 de enero de 2004, a tan sólo cuatro días de su cumpleaños, fue trasladada hasta la calle buenaventura 45, domicilio del matrimonio citado, ya que allí estaría mucho más controlada que en su propio hogar. María padecía además problemas de azúcar en la sangre y llegó a sufrir delirios momentáneos al alcanzar niveles inimaginables de glucosa en el flujo sanguíneo. El 16 de enero fue trasladada hasta el Hospital de Jaén para una rutinaria prueba. Tal y como habían indicado los facultativos, tan solo se trataba de comprobar el nivel de oxígeno que albergaba su sangre, más al ver que los porcentajes no eran los idóneos causó alta en dicho recinto para mayor sorpresa de los familiares. Desde hacía años sufría insuficiencia respiratoria que intentaba combatir mediante tratamiento farmacológico controlado. Allí permaneció en vigilancia constante hasta que en la noche del 2 de febrero sufrió un conato de parada cardiaca que superó con éxito quedando todo en un mal susto. Sin embargo, horas después, concretamente en la mañana del 3 de ese mismo mes, su corazón dejó de latir.
Gestos constantes de dolor e impotencia
Conocidos, vecinos y amigos procedentes de múltiples lugares de la geografía española se acercaron hasta Bélmez de la Moraleda para acompañar y mostrar sus condolencias a los familiares directos de la anciana. El funeral se celebró al día siguiente dando sepultura a su cuerpo en el cementerio católico del pueblo, camposanto este en el que también reposan los restos mortales de su esposo, D. Juan Pereira fallecido en agosto de 1985 tras una dilatada enfermedad. Durante el traslado hasta la iglesia del pueblo, el féretro se detenía ante el número 5 de la calle real para que los restos mortales de la anciana estuvieran una última vez ante la casa que le había llenado de orgullo durante 33 históricos años. El silencio fue sepulcral y las lágrimas de muchos de los presentes no pudieron contenerse aún sin llanto.

Humilde, sencilla y castigada violentamente por el destino.

Acababa prácticamente de cumplir su 85 aniversario. Nació tal día como un 5 de enero de 1919 en Bélmez. Creció junto a sus 10 hermanos en la calle del estanco, nombre con el que por entonces se conocía la travesía que albergaba un pequeño conjunto de casas situadas detrás la puerta principal de la de las caras. La fortuna jamás le sonrió. La tragedia y la desdicha se hicieron presentes a lo largo de su vida mediante acontecimientos desagradables que afrontó con valentía y una lucha constante. Quienes la vieron crecer hablan de ella como de una mujer corriente, trabajadora y sobre todo humilde. Contrajo matrimonio con D. Juan Pereira y tuvo dos hijos, Miguel y Diego quien compartía inmueble junto a su madre desde la separación de su mujer.
Pero María, además fue “madre” de otros niños. Así se han sentido muchos de los hoy adultos, muy jóvenes por entonces, que crecieron con el cariño de una mujer extraña pero llena de dulzura en cuya casa habían salido unas caras que con el paso del tiempo se hicieron, para ella y para su alrededor más cercano, rostros muy queridos.

Desde que aparecieran las famosas efigies, su cultura se expandió sobremanera, pues se vio obligada a asistir a los multidisciplinares ensayos llevados a cabo por los diversos colectivos ortodoxos y heterodoxos que se han dado cita durante los 33 años de vida del fenómeno hasta la fecha. De esta forma vocablos como psicofonía, hipnosis, radioestesia, entre otros, y que para cualquier otra mujer de su edad podrían sonar, como poco, a chino, para ella llegaron a convertirse en palabras de uso diario. Mantuvo su puerta abierta mientras las fuerzas le acompañaron y las constantes visitas a su casa se caracterizaron por cualquier cosa menos por la explotación económica del prodigio. Se consideraba una persona normal pese a los perseverantes calificativos como especial o superdotada que salían de las más prestigiosas voces de investigadores de todo el mundo. Nunca pensó de forma tajante que las caras que habían salido en su casa fueran fruto de la actuación de seres fallecidos pues siempre decía que los muertos estaban muertos. Sin embargo y por si acaso, los rezos a la Virgen y a Dios eran firmes y diarios. Procuraba que siempre hubiera encendida una vela en la segunda cocina del inmueble habilitada al inicio de las investigaciones cuando el notario de Huelma precintó el cuarto para la certificación de las imágenes anómalas.

Falta una cara en la casa

María Gómez Cámara ha sido todo un emblema, el estandarte de los fenómenos extraños de este país. El lado más extraordinario de los hechos insólitos conjugado con la imagen de la perseverancia y la paciencia. Con su marcha hacia las regiones nunca encontradas, el inmueble no goza de la alegría con la que contaba. No solo el mundo entero la echará de menos sino que las caras también añorarán esas secretas charlas que la abuela de Bélmez mantenía a diario con ellas. Para su hijo Diego, el trago sabe más amargo que nunca y desde la muerte de su madre no ha vuelto a dormir en el inmueble ya que tal y como este decía “entrar a la casa y ver el sillón vacío es demasiado fuerte para mí”. Desde hace muchos años los investigadores convivieron con el misterio y con María. La sensación se repetía en todas y cada una de las visitas a la casa. El portón de la calle se abría y tras el cristal de la puerta de la cocina, la cara arrugada y fatigosa de una mujer deseosa de conocer la verdad, giraba para ver sin sorpresa alguna quien accedía al interior y para qué. Ahora ya es distinto pues el hueco que se observa al entrar al recinto llama la atención mucho más que los rostros que todavía permanecen allí dando la sensación de estar más muertos que nunca.

El ayuntamiento se pronuncia

Nada más conocerse la noticia, los miembros del equipo de gobierno del excelentísimo ayuntamiento de Bélmez de la Moraleda convocaron un pleno con carácter extraordinario para nombrar a Dña. María Gómez Cámara hija predilecta del pueblo. Además, en el consistorio también se aceptaba de forma unánime cambiar el nombre de la calle Real siendo el nuevo el de María Gómez. En la entrevista que nos concedía la alcaldesa de la localidad, Dña. María Rodríguez Arias, pudimos constatar la disposición del ayuntamiento para con los familiares y el propio pueblo. Toda vez pasados los días que se estimen oportunos, el consistorio se pondrá a disposición de los herederos de la anciana para los efectos que convengan.

¿Y ahora qué?

Ha llegado el momento que desde hace mucho tiempo incitó a los investigadores a realizar sus primeras hipótesis. Desde los primeros años del fenómeno se consideró a María Gómez como el canal psiquico mediante el cual se manifestaba una realidad cuya causa, tal y como decía el profesor De Argumosa, no se encuentra en nuestro mundo. Antaño se apuntaba que con la muerte de María las caras se marcharían pues si no está presente el medio que las hace objetivas a través del cemento, el fenómeno sin más, desaparecería. Sin embargo las caras que existían antes del fallecimiento continúan allí. No se han producido cambios significativos a pesar de las especulaciones que ya han saltado a la luz. El tiempo ha llegado y parece haber quitado la razón a los planteamientos, o quizá sea demasiado pronto para hacer valoraciones.
De una forma u otra, los herederos de la anciana no están dispuestos a cerrar la casa, tal y como ya se había apuntado gratuitamente en algunos medios de comunicación, y las puertas van a permanecer abiertas tal y como María las había tenido en los últimos 33 largos años y como desearía tenerlas hoy según la opinión de quienes la conocían verdaderamente. De momento la iniciativa está en marcha y el tiempo pondrá cada cosa en su sitio.
María se ha marchado con un asunto pendiente. Ojalá que ahora encuentre en el nuevo mundo las respuestas que en este NADIE le supo dar.
D.E.P.

Modificado el ( jueves, 14 de diciembre de 2006 )