“Doctor, lo he visto... se lo juro... yo estaba sobre mi, y veía todo a mi alrededor. Podía ver cosas y colores que nunca he visto en vida... porque creo que ya no estaba vivo. De repente, un túnel... negro, creo. Una luz, al final del tune. Otras luces, que iban y venían... y al final, alguien me esperaba. Era... no sé, creo que mi mujer. Mucha paz, doctor, mucha paz sentía. Y a pesar de que les oía decir “se nos va, cargarlo de nuevo...”, no sentía pena. Quería irme allí, al final, hacia la luz. Pero, cuando llegué, una voz me dijo... bueno, no sé si me dijo o lo sentí... que no era el momento, tenía que volver para completar mi misión... y volví. Pero la vuelta me dolió. Quería estar allí...”
Seguro que, más de una persona que está interesada por el mundo de la investigación paranormal, le suena este texto de algo. Si, es el relato, de forma algo general, de una ECM, o lo que es lo mismo, una “Experiencia Cercana a la Muerte”. Pues bien, incluso aquí... hay controversia.
¿Sabéis que hay un estudio realizado que dice que, excitando convenientemente el lóbulo temporal derecho de nuestro cerebro, en estado inconsciente, se puede reproducir esta experiencia? Por tanto, ¿en realidad, se separa nuestra alma de nuestro cuerpo, y viaja a través de un túnel hacia otra dimensión, o es un mecanismo de defensa de nuestro cerebro ante el “miedo” aterrador a la muerte?
He de admitir que, hasta para mi, creyente acérrimo de la existencia de otras dimensiones energéticas (o espirituales, llamadlo como queráis) es complicado de aclarar. Si a esto añadimos que, en un estudio realizado durante la década de los 90 sobre las ECM en pacientes que decían haberlas sufrido, existían claras tendencias religiosas con respecto a la cultura autóctona. O sea, dependiendo de la región donde se realizaban las encuestas, y de la religión profesada en el lugar, además de a familiares, estas personas aseguraban ver durante su viaje deidades en las cuales creían.
Por resumir, y no hacerme tan extenso en este primer episodio sobre las ECM, he de decir que prefiero el término medio. O sea, se puede mezclar el sistema de defensa mental descrito anteriormente con la realidad del hecho que nos ocupa. ¿Por qué pienso esto? Sencillo. Son varias las personas que he tenido el placer de entrevistar al respecto de estas experiencias.
Y puedo asegurar que, por su carácter, y por la descripción que de ellos y ellas hacían personas muy cercanas, algo ha cambiado en ellos. Y no me refiero a la percepción de la realidad sobre el fallecimiento, me refiero a otros aspectos. Mayor sensibilidad en cuanto a percepción extrasensorial (PES) hasta el punto de desarrollar ciertas facultades paranormales en alguno de ellos.
Aunque, ahora que lo pienso... ¿Y si una lesión cerebral producida por el tiempo en el que estuvo “muerto” ha producido en el sujeto una activación de la telérgia, o un mayor contacto consciente-subconsciente?
Ahí lo dejo. Seguro que es un tema apasionante. Si les parece bien... no será el último capitulo.
Jesús García Jiménez.
|