Marte Cabalga de Nuevo Manuel Capella .- ( astrólogo y parapsicólogo ) ¿Ya hemos encontrado al culpable? Noto en el ambiente la esencia, el aroma, del dios romano Marte, divinidad de los combates. Y es que, todo el mundo habla de lo mismo. Por ello, sustraerse a la invitación universal de opinar sobre el asunto de la Crisis de Irak, podría generar la idea de suponer que uno está en "Bavia"; que es un "bicho raro" que se halla en “offside” de cuanto está ocurriendo. Pero, no solo todo el mundo conversa de lo mismo; si no que al parecer, todo el mundo sabe con certeza, quien tiene la razón en este asunto, haciendo bueno aquello de que "de política y religión, todo el mundo cree tener razón" Personalmente tengo mi punto de vista, pero subjetivo como la mayoría de las opiniones. Por tal motivo, me siento en desventaja con otros muchos ciudadanos, a quienes si veo que enarbolan la bandera de la “verdad absoluta”. Tampoco dispongo de servicios secretos propios... ni me ponen al corriente mis espías... ni recibo informe secretos militares... Uno no es Blair, ni Bush, ni Powell, ni Aznar, ni Zapatero, ni Sadam, ni inspector de la ONU, ni premio Goya, ni pertenezco al gremio de los artistas... Uno no maneja información privilegiada. En consecuencia, no me es posible sostener una opinión fiable. Veo, que todo el mundo sabe, por qué tiene o no, razón Bus; o por qué la tiene o no, Sadam. Veo, que muchos ya han distribuido el papel de monstruosos orcos, a unos y otros. Para unos, el “monstruo” es el capitalismo yanqui, siempre dispuesto a hacer prevalecer sus intereses. Para otros, el fundamentalismo islámico, siempre dispuesto a ganar el “Paraíso Eterno” con cada atentado suicida. Para otros, simplemente el “monstruo” es un tesoro caído en Irak por obra y gracia de una lenta petrificación de millones de años. Desde que comenzó la crisis de Irak, he visto como los diferentes medios trataban el tema según su credo político. Eso es natural, ya lo sabemos, pero deteriora una vez más, dos elementos imprescindibles en influir en nuestros puntos de vista: los políticos y los periodistas. Así, cada uno escoge sus argumentos preferidos, para avalar su postura ante el conflicto. He oído, como unos esgrimen que gracias a 125.000 norteamericanos muertos durante la Segunda Guerra Mundial, Europa pudo liberarse del dominio nazi. A otros, les he oído decir, que esos mismos norteamericanos, sobre los cuales, los primeros afirmaban que eran portadores de valores democráticos y de libertad, fueron los que arrojaron dos bombas nucleares sobre Hirosima y Nagasaki. Y ambas cuestiones son verdad. Pero parte de la verdad que a cada uno le interesa escoger; y dentro de “otras verdades” aparentemente superfluas. Como que durante la Segunda Guerra Mundial, hubieron 50 millones de muertos; y donde por cierto, la mayoría fueron rusos, a los cuales nadie menciona. ¿Y nadie se ha parado a meditar que todos somos un poco culpables?. Personalmente, creo que si lo somos. Creo que esta guerra no es nueva. Ya la hemos presenciado más veces. Y la seguiremos observando mientras la raza humana prosiga su deambular sobre la Tierra. Esta guerra no la van a comenzar los EEUU, ni Corea del Norte, ni Irak. Ni la va a ganar nadie. La guerra a la que yo me refiero, la comenzaron dos autralopitecus luchando entre ellos por un trozo de comida. Al fin y al cabo, por sus intereses. Y este tipo de guerras, nadie las gana, ni nadie las pierde; simplemente están ahí, acompañándonos eternamente como esos fantasmas interiores de los cuales nunca logramos desprendernos. Creo que en gran medida, Bush y Sadam son un reflejo de todos nosotros... y al decir de todos nosotros, me refiero a una especie, la humana, que desde que apareció en nuestro planeta, no ha hecho más que guerrear entre sí. Y lo ha hecho desde los tiempos del asirio Asurbanipal hasta nuestros días. En realidad, creo que todos tenemos un Bush y Sadam dentro de cada uno de nosotros. Por ello, creo que al margen de buscar culpables; debemos de responsabilizarnos, todos y cada uno de nosotros, de cuanto esta sucediendo; y asumir con dignidad las consecuencias de cuanto pueda suceder. El otro día recibimos la información de que nuestro Universo tiene una edad de 13.700 millones de años. Nadie habla de ello, eso no interesa... solo interesa hablar de la posible guerra de Irak y atribuir culpables... solo interesa, demostrar donde están los buenos y dónde los malos. Porque la perspectiva que tiene el hombre sobre si mismo, parte del punto de vista de que "yo" termino en un lugar y "tú" comienzas en otro... en lo que Alan Wats llama la realidad del "yo-aquí-dentro" frente al "tú-ahí-afuera". Si tuviéramos que definirnos, siempre lo haríamos diciendo: "somos esto, pero no aquello", y esta convicción es debida, a que creemos que terminamos en alguna parte y los demás empiezan en otra. Y el dios de la guerra, mientras, se prepara. Marte, como arquetipo integrante del inconsciente colectivo de la humanidad afila su espada. El ya está listo para entrar en escena. Un casco protege su cabeza, y su pecho descubierto parece provocar los ataques del enemigo. Con su mano derecha blande una enorme lanza; con su izquierda sostiene un escudo y ya está sentado en un carro tirado por fogosos corceles. Lo que tal vez queremos ignorar, es que, no solo cabalga dentro de los “malignos” espíritus de Bush y Sadam. Él siempre reside tácitamente en nuestro interior, aunque no queramos reconocerlo. Y hasta quien esto escribe, que nunca ha sido apocalíptico, ha pensado estos días, si el inmortal Marte, no estará de nuevo junto a nosotros, dentro de unos años, en una futura Atapuerca. Manuel Capella |