La Humanidad y la Vibración Indigo |
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domingo, 19 de noviembre de 2006 |
La Humanidad y la Vibración Índigo Centro de Investigación y Estudios en Ciencias Esotéricas –México- M. en C. Jorge Guerrero y Dra. Elvira Salas I . SUBLIMACIÓN DE LO CREADO. "¿Es, por tanto, posible vivir sin medir, sin comparar? Esta es una cuestión tremendamente complicada. Por que la palabra ´mejor´ significa medida. La palabra ´más´ implica medida. Averigüen si es posible vivir sin medir, lo que equivale a vivir sin comparar... ¿Es posible que en nuestra relación de unos con otros, por íntima que sea, no intervenga la medida?" KRISHNAMURTI La Humanidad como un todo está evolucionando. Es más, está evolucionando con y en un todo. Pero es imperante asumir desde una verdadera perspectiva la interpretación de este fenómeno. No es relevante querer valorar este acontecimiento desde una cosmovisión antropocentrísta, porque nos alejaríamos de tal modo de la verdad. Estamos siendo partícipes de una transformación de escala -por lo menos- a escala galáctica. Y esto es obvio al observar en el sol su creciente emisión de neutrinos, así como el incremento de la intensidad del viento solar, del número de hoyos en la coronosfera y el aumento de la intensidad magnética de las manchas en la fotosfera solar. A niveles más amplios, las energías residuales que los astrofísicos analizan en el medio interestelar, arrojan resultados hacia la dirección de aceptar que sólo en los últimos 20 años han aparecido más estrellas de tipo supernova que en los últimos 2000 años. Ahora, retornando a una proporción más terrestre, encontramos que aquí, en nuestro planeta el aumento de actividad energética se observa por doquier: incremento de los movimientos tectónicos en las diversas fallas telúricas, disminución del grosor de la ozonósfera y por ende el aumento del ingreso de radiación ultravioleta, el calentamiento global por el efecto de invernadero, los fenómenos marítimos del “niño” y la “niña”, el azote magnificado de los huracanes, el deshielo de las capas polares y la desertización planetaria son evidencias de que estamos viviendo un proceso de “elevación de la rata vibratoria”; pero ¿cómo conciliar con todo esto tal término referido –el de incremento del nivel vibracional-, el cual actualmente es indiscriminadamente utilizado por esoteristas y “evolucionólogos” del hombre, si estos pregoneros de la expansión del espíritu sólo lo utilizan a favor de fundamentar un desarrollo puramente centrado en la humanidad? ¡Cuándo se olvidan plenamente que somos simplemente co-participantes de un hiper-sistema Universal, con estructura holística e interconexiones fractales! Si observamos en nosotros una evolución acelerada, en el sentido de que –por ejemplo- cada vez nacen más niños con cualidades y aptitudes físicas, emocionales, mentales y espirituales superiores, los así llamados niños índigo, es que nosotros estamos evolucionando con ese ritmo más amplio de evolución, que ahora es evidentemente acelerado, del Cosmos. II. E=mc2 : EQUIVALENCIA ENERGÍA-MATERIA. "Los símbolos, el lenguaje, el pensamiento y la experiencia en sí dependen y están dados por las morfologías energéticas de campos en interacción” JACOBO GRINBERG-ZYLBERBAUM E=mc2, esta famosa formulación, producto del genio científico de A. Einstein, describe claramente la íntima relación entre el mundo de la materia tangible y las energías sutiles, ecuación a través de la cual nos percatamos de la evidente condición de la realidad física para lograr expresarse plenamente como Poder, como fuerza libre y ondulante, radiante y expansiva. Así, pues ¿por qué creer que es qué la humanidad apenas comienza a presentar una mutación profunda, la cual aparentemente es nueva y se manifiesta en el nacimiento de los así llamados “niños índigo”? Más bien creemos que la traba impuesta desde muy tempranas etapas de nuestro desarrollo como individuos, traba que castraba literalmente nuestro potencial índigo, nuestro poder para sublimarnos, es una traba que comienza ya por diversos medios y razones a perder su intensidad opresora. Pero nos corresponde a nosotros, como seres sensibles y autoconcientes, el participar voluntariamente para que este ritmo de evolución, de expresión de nuestro potencial índigo, sea real, extensivo hacia cada uno de todos los pobladores de este mundo. Se hizo el vaticinio a través tanto de profecías como de serias extrapolaciones psico-sociológicas de que ingresaríamos ya a un periodo tanto como fascinante cuan también revelador, de una nueva expresión de la conciencia humana a través del nacimiento de personas cuyo campo psicobioenergético u aura vibra dentro de lo que perceptiblemente (p or métodos psíquicos o kirlianografía) son los colores azul y añil. Es en estos nuevos miembros de nuestra especie que logramos ver la oportunidad que se nos ofrece para realizar esta tan desesperadamente buscada libertad, para vivenciar nuestra íntimamente anhelada felicidad. En estos nuevos niños se observa fácilmente una expansión de conciencia, en la cual se denota una alta evolución cuyas mayores características son la sensibilidad expresada a través de un profundo contacto con todas las facetas de este mundo, con una real compasión y respeto hacia sí mismos, como hacia la vida en general En estos así llamados niños índigo, existe una espiritualidad dada por medio de una apreciación de la unidad a través de sus relaciones y vivencias con la cotidianidad. Pero más importante aún es el que ellos nos comparten, nos detallan el que lograremos como género una expansión de nuestras conciencias hacia una meta-conciencia tetradimensional. Será así como a través de la llegada de ellos, recuperaremos el recuerdo de lo que verdaderamente somos: Esencias divinas encarnados para obtener experiencias humanas. Esta gente nueva logra trascender nuestras limitantes ya innatas: a saber, nosotros, la gente común somos sólo conscientes de un ámbito tridimensional en el que se expresa una evidente separación de la unidad y una linealidad temporal en la causa-efecto, por que es innegable para cualquiera que se aboque a observar razonablemente el universo, que de acuerdo al método cartesiano con el que se nos educó a percibir y concebir el mundo, los elementos de nuestro entorno están desasociados unos de los otros. Pero claro, para poder ser concientes de esta ínter-vinculación sutil que se expresa entre las cosas y los hechos aparentemente aislados de nuestro entorno, necesitamos dejar de pensar de una manera lineal. Nuestros ancestros, los llamados Pueblos de Tradición Mágica, consideraban como eje de su cosmovisión una percepción holística, en la cual todas las cosas están conectadas por nexos sutiles pero intrínsecos a la existencia misma de las cosas. Era lo que se llama en la Tradición Chamánica americana, la Rueda de la Vida. La mitad actual de la población mundial, aproximadamente, o sea casi todos los niños, son capaz de ser conciente de esa relación sutil, misteriosa, verdaderamente mágica que interconecta todo en un sistema viviente y conciente. Es muy posible que en ellos, los niños, nuestros niños, existan densos flujos psicobioenergéticos en los tres centros chákricos superiores, lo cual les permita esta psicoradiación teñida de índigo. Quizá el campo morfogenético de la humanidad está por fin expresando su verdadera faz. III. HERRAMIENTAS PARA LA SINTONIZACIÓN. “Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Por ahí yo recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo. Y por ahí yo recorro mirando, mirando, sin aliento” DON JUAN MATUS En el universo conocido por la física, imperan cuatro fuerzas básicas, a saber son: electromagnética, nuclear “fuerte”, nuclear “débil” y gravitacional. La materia física de este universo está constituida por partículas, átomos y moléculas, todos ellos coaligados en primera instancia por la fuerza electromagnética, la cual integra y da forma primariamente a las cosas tal y como las experimentamos. Entre más energía electromagnética posee un objeto material, mayor será su estado cuántico, como a su vez mayores sus niveles de agitación térmica y de energía potencial, es decir, entre más energía tiene algo, mayor es el nivel de vibración de sus componentes, ya sean los electrones, los átomos o las moléculas en sí. Esto queda claro al momento de aplicarle calor al un bloque de hielo, ocurriendo que éste absorbe ese calor, incrementando su temperatura interna, calentándose tanto hasta llegar cambiar su estado físico de ser sólido a pasar a ser agua líquida, para luego pasar al punto de ebullición, y si el proceso térmico continúa, transformarse totalmente de líquido a vapor. O sea, que se logra así elevar la rata vibratoria del hielo, calentándolo para transformarlo –“evolutivamente” digamos- en algo más sutil, siendo vapor muy caliente. Pero este proceso termodinámico es feroz, enérgico, tanto que podemos utilizar ese poder liberado del agua ahora gaseosa. No es un proceso de transiciones delicadas y sutiles, sino al contrario, impetuosas, literalmente efervescentes. Ahora, puede aquí preguntarse con plena justificación ¿qué es lo que propicia el que vivamos una pugna encarnizada entre nuestro ego y nuestra alma? Simplemente observemos nuestras vidas diarias, sumidas en la cotidianidad, escindidos por rencores, temores, creencias obtusas, valores impuestos, inseguridades materiales e insatisfacciones emocionales. Pues este proceso de agitación interna que nos genera esta elevación de la energía de los cosmos externo e interno, al llevarnos a una Sublimatio, a una efectiva evaporación desde las densidades del ser, nos invita a considerar el que disponemos de dos únicas posibilidades: A. deshacernos de nuestra parcial interpretación del estar en un universo egocentrista, en el que estamos solamente motivados por el Miedo, la creencia de una constante vulnerabilidad y la tendencia a avanzar por el camino más duro, siempre considerando a los otros como presas que sirven para satisfacer nuestras necesidades físicas y emocionales o, B. adquirir conscientemente la percepción del Respeto, desde el cual abocarnos a un genuino escuchar nuestras verdaderas y profundas necesidades, ser capaces de con respeto sincerarnos para percatarnos de cuales son nuestras rutas reales de satisfacción, pues ¿qué buscamos los humanos? Simplemente bienestar, un bienestar que implique la pura expresión de nuestras innatas potencialidades. Más para lograr llegar a ese segundo estado, o posibilidad “B”, tenemos que comprometernos a habilitar nuestro sistema de percepción hasta alcanzar más allá de nuestra realidad física. Nuestro antropocentrismo nos ha sido útil hasta este punto del camino, pero ya comienza a ser obsoleto, pesado; debemos encarar la verdad que se nos revela y grita desde el fondo del ser: “vives en un sistema dinámico mucho más amplio del que forma parte hasta ahora tu pequeño inventario de la realidad física”. El humano actual no dispone de verdaderos motivos individuales para justificar su existencia. Es sólo un complejo y caprichoso amasijo de creencias y valores impuestos desde fuentes externas a él. Se nos ha imbuido en el mar del temor. Se nos ha permitido entender el mundo desde el falso concepto de que aquí sólo venimos a sobrevivir físicamente. Se nos muestra que el dominio del plano físico es el único camino de avance hacia el bienestar. Así, centramos nuestra atención ante la errada idea de que temamos –como prerrogativa- al incremento de nuestra vulnerabilidad. No percibimos de manera clara lo que realmente nos motiva. Nos fundamentamos únicamente en la idea mecanicista, tridimensional de que “a toda acción existe una reacción de igual magnitud”. Esto es simplemente relativo, pues el universo esta constituido por infinidad de dimensiones. Nosotros disponemos de dos cerebros para interpretar e interactuar en este universo. Uno de ellos es el receptáculo de una de las dos manifestaciones de la mente, elemento uno de dos el cual es capaz de sentir y además no tiene límites, mientras que el otro cerebro es el deposito de otra expresión de la mente, con facultades “visuales”, que delimita y mide. Ambas partes son recíprocamente necesarias y se co-definen mutuamente. Las dos facetas de la mente se sintonizan para crear la experiencia como a su vez crean el universo a experimentarse. Todo lo que se “puede ver” se cree, lo cual es innegablemente necesario para nuestra naturaleza humana, más se nos puede aunar ya una certeza de que lo inconcebible se puede asumir como existente e incluso, ilimitado. Ante esto, nuestro actual estado de conocimientos nos exige el ir desensamblando todo lo hasta ahora concebido, para ir creando otras concepciones más amplias. La mecánica cuántica apunta hacia esa nueva dirección, en la que nuestra propia mente debe de reconocer que modifica directamente a la realidad misma, así, por el sólo hecho de existir, por el acto de pensar. Nuestra mente generalmente realiza sus procesos no por una actitud inteligente y autoconscientemente dirigida, sino por esa tendencia inercial arriba mencionada. En esa fuerza que nos guía, como ciegos confiados a su lazarillo, se encuentran motivos, deseos y metas, totalmente ajenos todos ellos a nosotros. ¡Hasta cuando vamos a mantener nuestros ojos ciegos, negando que somos simples objetos, manipulados por el exterior! Aquí la pregunta: ¿por quién vives, luchas y mueres? ¿Porqué temes a cada paso el encontrarte con el rechazo, el fracaso, la burla, la agresión, la miseria, el abuso? Sí en cada paso que das en tus relaciones con los demás y en tus acciones para estar bien, en vez de actuar de acuerdo a realmente saber que lo que tu das es bueno, y te permitiría naturalmente sentirte satisfecho de ello. Y entonces ¿porqué si lo que pides es simple, sencillo, justificado, temes a cada momento no merecerlo? A cada paso de tu vida, en cada pensamiento y emoción vas con este horrible miedo, hondo vacío, certeza del fracaso, asfixiante sentimiento de soledad e inadecuación. ¿Porqué? ¡Porque no vives de acuerdo a tu camino con corazón! No puedes encontrar el sendero que te lleve primero hacia el encontrar tus verdaderos y vitales anhelos, mientras nuestra mente, sencillamente crea tu mundo de acuerdo a tus certezas, aún cuando estas sean certezas pútridas y malversas. Si encontramos nuestras certezas internas, personales, encontraremos nuestro camino para modificar la realidad a nuestra luminosa imagen y semejanza: “camino de bienestar” sería. Pero, ¿qué nos lo impide? Este impedimento genérico de nuestra especie está siendo trascendido por los nuevos niños, humanos dotados de la capacidad ingénita para sintonizarse con esta frecuencia energética llamada “índigo”. Estos niños se confrontarán con un paradigma profundamente arraigado en nosotros, se toparán con que TODOS en este mundo contemplamos hasta ahora al Poder como si fuera un elemento externo a nosotros mismos, algo que radicase allá afuera. Y nosotros, los afectados por esta situación, al querer emanciparnos, al querer volvernos también humanos índigo, nos descubriremos encadenados a una frenética búsqueda de la obtención de ese “poder” extrínseco. Tendremos que ser conscientes de que hemos sido incapaces de dejar atrás nuestra hambre de convertir a los demás en nuestras víctimas, y en consecuencia a ese hallazgo interior, tener que actuar de acuerdo a ello. No podremos elevar nuestra rata vibratoria individual y como especie planetaria, sino hasta que nos comprometamos con el corazón y la mente ante el utilizar firmemente los siguientes modelos, los cuales nos proveerán de la necesaria recuperación de nuestras energías –antes por ahí relegadas- para lograr en nosotros este salto cuántico. Y esto sólo ocurrirá sí no deseamos el ser meramente espectadores mudos ante este grandioso fenómeno de evolución humana. Así a saber, los principios que podemos utilizar, que nos hacen llegar la humanidad de aura índigo, en primera instancia son: -Impecabilidad en nuestra existencia, entendiendo esto en términos de ser voluntariamente conscientes de hacer honestamente siempre lo mejor que podamos. El no engañarnos a través de inventarnos pretextos o justificantes meramente evasivos para no actuar de acuerdo a nuestra intima verdad. Es imperante es construir una eficaz comunicación que seas fluida entre el alma, la personalidad y el cuerpo, y es esto ya una posibilidad a través de las psico-técnicas, del “auto-acecho”, la psicomagia, y del análisis profundo y serio de uno mismo, sólo por mencionar algunos métodos eficientes para tal objetivo. Más la intención es el lograr un estado de trascendencia en el que logremos que el intelecto y los sentimientos se fundan, un estado en el que los juicios y razonamientos construidos en la corteza cerebral hagan las paces con el primitivo cerebro límbico. Sólo así obtendremos las profundas cualidades de gozo, sencillez, plenitud y realización que manifiesta la gente índigo. La honestidad emocional sería por lo tanto la más clara expresión de la impecabilidad genuina y verdaderamente humana. -Así, ante lo que describimos, se derivaría naturalmente enfatizar que debemos obtener una congruencia existencial, un hondo sentido de la responsabilidad, la cual –la responsabilidad- es una cualidad actualmente confundida por las manipulaciones culturales. El responsabilizarse conllevaría en realidad a asumir una capacidad de responder, de reaccionar. Es básico que aprendamos de estos nuevos niños algo que ellos sencillamente nos muestran: que una persona responsable no es aquella que se coloca todo el peso del mundo sobre sus hombros, sino que es la persona que sabe luchar contra los desafíos del momento con seguridad y fe. -Los niños de la luz saben que la energía de la Tierra necesita ser renovada, y poseen para ello una profundísima confianza en las bondades del Universo. Ellos saben que el Cosmos confabula a favor de ellos, pues tienen esa indestructible fe de que la faceta intensa y poderosa de la vida se les revela. Tomemos esta enseñanza como propia. -No tener miedo. La nueva generación posee una cualidad muy grande, la cual nos la enseñan, y es simplemente no tener miedo, porque con miedo actuamos con agresividad o sumisión. La gente índigo sabe que cuando está ante alguien que quiere manejarse imponiendo el miedo, es que esa persona ante ellos es alguien con inseguridades, con anhelos y necesidades frustradas. Alguien que usa al miedo como herramienta de vida es alguien que en realidad está pidiendo a gritos “¡Quítenme el freno!”. La humanidad índigo nos muestra la posibilidad de volvernos como ellos por medio de reconocer en nosotros la necesidad de ser libres, sin miedos. -El no juzgar, no criticar, siendo este un principio inherente a grandes filosofías espirituales y religiosas, pero inhábilmente practicado. Los nuevos humanos nos dice que comprendamos sin ambages necios que es imperante ya en este momento para nosotros dejar esa nefasta costumbre humana de juzgar a todos cuantos estamos en nuestra vida. Y se dice aquí “estamos”, pues es en nosotros mismos en primera instancia donde comenzamos este denigrante proceso de desvirtuamiento. Es juzgar implica forman una consideración lógica, basada en nuestras propias y muchas veces erradas premisas. Desvalorizamos a los demás o a nosotros mismos, propiciando la formulación de una soberbia separatista, destructora de la consideración, el respeto y la compasión. Existe actualmente una "programación mental" que somete a una muy importante parte de la población mundial culturalmente activa, encolumnándola tras un paradigma donde lo "correcto y aceptado" en términos intelectuales es, paradójicamente, lo más alejado posible de una verdadera espiritualidad. Los nuevos niños, niños de luz, nos enseñan con sus actos que nadie es tonto, que debemos dar lo mejor de nosotros mismos. Al no juzgar, podremos ser capaces de mostrar a los demás de cuánto sí son capaces. De estar abiertos para compartir, recibir, dar. -Autovaloración. La gente índigo nos indican por su modo de existir que nos liberemos del modelo inadecuado que utilizamos al creer tales cosas como ”Gozar el fruto de lo qué yo hago, me destierra del paraíso”. El único que nos destierra de nuestro propio paraíso es uno mismo, ejerciendo esa ciega actitud de creernos en esto o en aquello inmerecedores. Reconozcamos lo siguiente: estamos haciendo un planeta de gente que hacen sin crear nada, y aún así creemos que lo que “hacemos” es por un lado supremamente valioso, y por el otro lado, paradójicamente, estamos firmemente convencidos de que para nada sirve. -Estos nuevos niños nos traen un ejemplo a seguir, al momento de recordarnos que nada está separado de lo demás. Es como si de alguna manera los seres humanos índigo supieran íntimamente que formamos parte de un Universo íntervinculado, en el cual cada parte se relaciona con y representa al resto del Cosmos. Esta visión holística es necesaria ya en nosotros para acceder a este crecimiento de nuestras conciencias. -Saber que el poder es interno, es una lección a aprender de ellos, pues estos niños nos muestran claramente que la fuente de la sabiduría y la felicidad sí está en nosotros, sólo basta tener una actitud receptiva ante lo que ellos nos enseñan. Son abiertos, sencillos, y ellos nos mostrarán así además que todo es energía evolucionando. Es esta la visión de nuestros niños, nuestros amigos y maestros, que nos invitan amorosamente a tomar sus esquemas, maduros y espirituales para lograr el necesario salto cuántico. IV. CONCLUSIÓN. “Primero: Dios es sacrificio. Sufre en esta vida, serás feliz en la próxima. Segundo: quien se divierte es infantil. Vive bajo tensión Tercero: los otros saben más lo que nos conviene, porque tienen más experiencia. Cuarto: nuestra obligación es satisfacer a los demás. Es preciso agradarles, aún cuando esto signifique hacer renuncias importantes. Quinto: es preciso no beber de la copa de la felicidad; podría gustarnos demasiado, y no siempre la tendremos a nuestro alcance Sexto: es preciso aceptar todos los castigos. Somos culpables. Séptimo: el miedo es una señal de alerta. No hemos de correr riesgos Éstos son los mandamientos que ningún guerrero de la luz puede obedecer” PAULO COELHO Existe una fuerza incontenible que está actuando irremisiblemente sobre nosotros, sobre todos nosotros. No importa en dónde tengamos centrada la atención, lo que hagamos y creamos, esa fuerza está transformándonos por igual a la humanidad por completo. Cambio que es mejor asumir como propio, pues si le enfrentamos, oponiéndonos a él, sólo perderemos el tiempo. El incremento de la tecnología nos permite expandir nuestras percepciones hacia aspectos de la realidad nunca imaginados: podemos indagar en lo más microscópico, en espectros de radiación más allá de lo visible con el ojo desnudo, dentro de los objetos sólidos y en espacios macroscópicos, siendo todo esto hasta hace relativamente poco totalmente invisible, y por lo tanto, inexistente. Ahora disponemos de manera accesible de métodos para analizar nuestro cuerpo y el de la realidad física. De tal manera que el ámbito de experiencia de nuestra conciencia actual es muchísimo más grande que jamás antes; ahora, fenómenos de percepción y de actividad sólo vivenciados por místicos y chamanes pueden ser experimentados por cualquiera de nosotros, por ejemplo, el comunicarnos con una persona situada a una enorme distancia, controlar procesos complejos con un simple acto de voluntad transmitido por medios energéticos, obtener conocimiento directamente de fuentes lejanas por medios de recepción de energías, observar acontecimientos distantes, son hechos aceptados y racionalmente considerados como “verdad”. De tal modo que la brujería y la superstición de antes son la ciencia de hoy. Nos comenzamos a percatar de que poseemos la capacidad de expandir nuestra comprensión perceptual más allá de los habituales cinco sentidos. No son las células especializadas del ojo o de la lengua las que nos vinculan con el mundo exterior, con la llamada “realidad”, sino ese aspecto enigmático aún, poderoso como lo más, eso a lo que llamamos mente. Esa mente siempre se ha encarnado en este mundo a través de nosotros, la humanidad con un enorme e inconmensurable poder. Pero la grandísima presión ejercida por un inconsciente colectivo y por esa aplastante realidad consensualmente erigida, todo ello embutido en nuestro ser desde el mismo periodo de nuestra gestación, cuando nuestro cerebro se desarrollaba a velocidad vertiginosa, ha amputado casi toda nuestra libertad: desde el principio venimos, al ser apenas embriones, con el potencial de todo un súper-ser, pero nacemos ya sufriendo la terrible mutilación de una ciega y estupidizante mente común, moldeados por un campo de energía psicogenética rendido al temor y la autonegación. Hemos creído que el Poder es algo externo a nosotros. Pero como tramo ya recorrido en nuestro camino evolutivo, dejamos atrás esa etapa. Ahora todo confabula a favor de nosotros, trocándonos en seres capaces de percibir más facetas, más dimensiones y más sentimientos de y en nuestra realidad. l SOBRE LOS AUTORES M. en C. Jorge Guerrero: Director del Centro de Investigación y Estudios en Ciencias Esotéricas –México– Físico-matemático, astrónomo y psicoastrólogo Master en Parapsicología por la Open University of Advanced Sciencies Ltd. –Florida, E.U.A.- Master en Reiki de la Usui Shiki Ryoho Miembro de The Planetary Society, University of California at Berkeley Miembro investigador de la Facultad Libre de Altos Estudios Paracientíficos –Barcelona, España- e-mail:
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Dra. Elvira Salas: Investigadora del Centro de Investigación y Estudios en Ciencias Esotéricas Psicoterapeuta, naturópata, bioenergeta, especialista en mancias Médico Cirujano, Univ. Juárez del Edo. de Durango Master en Parapsicología, Open University of Advanced Sciencies Ltd. –Florida, E.U.A.- Miembro investigador de la Facultad Libre de Altos Estudios Paracientíficos Master en Reiki por la International Association of Reiki Professionals e-mail:
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Modificado el ( jueves, 14 de diciembre de 2006 )
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