Tanto en física teórica como en las paraciencias, la letra griega psi designa lo desconocido. En su momento, Albert Einstein formuló una teoría que para la mayoría de los científicos de su época sonaba totalmente descabellada, sin embargo logró ser presentada a la comunidad de física en una revista especializada alemana, y en ella una lectura cuidadosa de esas ideas demostraba que existía una obvia conexión con la ciencia aceptada en la primera década del siglo XX. Era una teoría realmente nueva y auténtica, en la cual aparecía una sensatez a primera vista, y algo que tenía primero que ofrecer, era ese aspecto de conexión con el conocimiento de la física ya previo. Era esa elegancia intrínseca, la cual no la hacía parecer algo simplemente suspendido en el aire, y en eso se distinguía de la pura especulación hueca. La física teórica más de frontera, se ha dejado adentrar más y más en el inextricable dédalo del Universo, como un Teseo curioso e indagador sin perder ese fino hilo de conexión, en búsqueda de su Ariadna, y ha revelado la existencia de un nivel de realidad sumamente fluido. Ante eso de nuevo nos permitimos de nuevo citar al Dr. Carlos Castaneda: “...La mayor falla de los seres humanos es mantenerse adheridos al inventario de la razón. La razón no trata al hombre como energía. La razón trata de instrumentos que crean energía, pero jamás se le ha ocurrido seriamente a la razón que somos mejores aún que los instrumentos: somos organismos que crean energía.” Podríamos determinar que la materia tiene, podríamos decir, solamente una tendencia a existir. No hay objetos como tales, sólo existen conexiones, elementos vivos y autoconcientes de energía que cruzan el Cosmos, según así lo postula la Teoría de Supercuerdas. Sólo hay relaciones. Si la materia colisiona, su energía se redistribuye en otras partículas, en un caleidoscopio de vida y muerte como la danza de Chalchiuhtlicue en la mitología náhuatl. En lugar de un mundo sólido y real, la física teórica nos presenta una red evanescente de sucesos, relaciones y potencialidades. Las partículas sufren saltos cuánticos, transiciones repentinas, ahora comportándose como unidades, ahora como si fuesen ondas. Las Teorías de Supersimetría SU(8) y SU(9) contemplan el universo como una “matriz de dispersión” en la que no existen partículas en absoluto sino solamente relaciones entre sucesos. A nivel más primario, el universo parece paradójicamente global e indiferenciado, homogéneo pero al mismo tiempo con rupturas locales del continnum y, esa estructura inconsútil engendra de alguna forma el intrincado tapiz de nuestra experiencia, una realidad que de ninguna manera podemos imaginar. En la actualidad nos encontramos en los albores del desarrollo de una tecnología que puede en algún futuro, permitirnos el desplazar materia a modo de teletransportación. Existen, a saber, dos métodos que pueden permitir el llevar materia organizada desde un lugar a otro instantáneamente. 1. El de transferir las características cuánticas de un objeto a uno de dos haces coherentes de radiación, para luego comunicar al otro haz de radiación la información cuántica del primero, y luego reincidir el segundo haz con otro, para que de esa interacción se reconstituyan las características cuánticas del objeto transportado. Para ello se requiere tanto el proceso de transformación de la materia en energía, el de transferencia instantánea de información, y luego el de transformación de la energía en materia de nuevo, pero ahora en otro lugar. 2. El de hacer una transformación de las coordenadas de espacio-tiempo asociadas al objeto a transportar, a través de una transliteración de la topología cuántica fractal y “llevando” desde un lugar a otro distante al objeto teletransportado. Para el primer método se requiere de la intervención de fenómenos aspectados por la Teoría General de la Relatividad y por la Mecánica Cuántica. Las matemáticas pueden ir más allá que el sentido común: el premio nobel de química de 1977, Ilya Prigogine, autor de la teoría de las estructuras disipativas desarrolló un modelo matemático para describir una extraña capacidad, autoorganizadora y trascendente, de la naturaleza, lo cual se aúna a la otra prueba matemática a la que nos referimos de la física posteinsteiniana. La prueba a la que nos referimos es el teorema de Bell, enunciada por J.S. Bell en 1964, un fisico que trabajaba en Suiza, y la cual fue confirmada experimentalmente en 1972. El fundamento del teorema de Bell había sido esbozado en 1935, cuando el Dr. Einstein y otros dos colegas propusieron un experimento para demostrar supuestos fallos en la lógica cuántica. Si la teoría de la Mecánica Cuántica era correcta, decían, entonces un cambio en el spin de una partícula perteneciente a un sistema de dos partículas, afectaría simultáneamente a su gemela, incluso si ambas habían sido separadas previamente en el espacio. A priori, la idea parecía absurda. ¿Cómo podían estar conectadas de esa forma dos partículas separadas? Este desafío, conocido más tarde como la “paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen”, consiguió proyectar a la teoría cuántica a un nivel desde el cual se logró enfatizar la extraña naturaleza del mundo sub-atómico, cualidad que pretendemos nosotros considerar que utiliza la tecnología extraterrestre de teletransportación. Lo cual nos lleva al sorprendente teorema de Bell. De ello, al tanto de estos principios de la naturaleza, se puede abordar el secreto del Brazalete. Podríamos considerar los experimentos que muestran que si se separan dos partículas sub-atómicas idénticas (o de paridad complementaria), y el sujeto experimentador cambia de paridad a una de ellas, la otra cambia también instantáneamente su paridad para seguir correspondiendo con su partícula complementara, aún cuando la distancia entre las dos sea extremadamente enorme. Las dos partículas permanecen, pues, misteriosamente en relación, aún más allá del espacio y tiempo. Este sería uno de los elementos requeridos en la transferencia instantánea de información cuántica requeridos para justificar los posibles principios de función del Brazalete. Pensemos que ese efecto se debe a una transferencia de información cuántica, al menos en el sentido usual de la expresión. Y también sería consecuencia sencillamente de la unidad de objetos aparentemente separados, una especie de tronera cuántica a través de la cual la física viene a admitir no meramente la posibilidad sino incluso de necesidad de la visión unitaria de la mística: Todos somos uno. Quizás –o más bien, seguramente- los extraterrestres deben los milagros de su tecnología al apoyarse concientemente en estos fundamentos. Esto se encuentra ya enfocado hacia la obtención de tecnologías capaces de permitirnos el teletransportar materia, pues el 23 de octubre de 1998, en el Instituto Tecnológico de California, E.U.A., un grupo de científicos reportaron el haber sido capaces de transportar las propiedades cuánticas de un rayo de luz especial de láser en otro rayo. Su técnica aprovecha la arriba mencionada paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen. Lograron confirmar que esta comunicación fue más rápida que la velocidad de luz - que es por qué esto es una paradoja, ya que nada, como se supone, es capaz de viajar más rápido que la luz. Dos equipos europeos antes ya habían reclamado como suyo tal logro, al reportar haber hecho tal teleportación, pero el equipo del CalTech dice ser el suyo el hallazgo. El otro principio requerido, el de desmaterialización y materialización de un objeto, sería comprendido al momento de observar en comprobación experimental el principio de equivalencia Einsteniano de E=m0c2 / (1-(v0/c))1/ 2,desarrollado en una experimento llevado a cabo el 19 de septiembre de 1997.
Esto es una inversión de ciertos procesos físicos ya conocidos. Los científicos ya antes han sido capaces de convertir la materia en energía, y lo han hecho durante años - por ejemplo los reactores nucleares-. Pero en el 97, un equipo de 20 físicos de diversas universidades americanas logró lo opuesto. Ellos convirtieron la energía en forma de la luz, en la materia. Estos científicos sincronizaron dos rayos muy poderosos de luz, causando la colisión de fotones. Al colisionar, se obtuvo como producto un electrón y un positrón. El segundo método, el de lograr un cambio en la topología cuántica del objeto, se fundamentaría en procesos –aún hoy sólo a nivel teórico- derivados de la Astrofísica Moderna. Ciertas soluciones derivadas de las ecuaciones de la Relatividad General, permiten considerar el principio de un fenómeno llamada “Worm Hole”. Este tipo de fenómeno exótico de la Física Teórica sería comprendido de acuerdo a los siguientes principios matemáticos: § Dos físicos estudiosos de los principios multidimensionales del universo, el Dr. Reissner y el Dr. Nordström descubrieron la posible existencia de una alteración del continnum espacio-tiempo representada como un campo gravitatorio de simetría hiperesférica tetradimensional con características ds2= - (1 - [2GM / c2r] + [ GQ2 / c4r2 ] ) c2dt2 + ( 1 - [ 2GM / c2r] + [GQ2 / c4r2])-2 dr2 + r2 (dq2 + sen2 q df2 ), Ahora, esto es la expresión matemática de un anillo de espacio-tiempo que permitiría, al entrar en él, el ser desplazado en un espacio hiperdimensional de n>4. § Claro que estaríamos hablando aquí de una singularidad de espacio-tiempo desprovista artificialmente de su horizonte de eventos, la cual de acuerdo a los diagramas de métrica de Penrose permitiría el desplazamiento instantáneo a cualquier región del Universo, incluso a una velocidad que en términos profanos sería mayor que la de la luz. Esta puerta de acceso a cualquier lugar del Cosmos sería mucho más estable que las propuestas por el Dr. Hawking, quizás logrado por una estabilización no comprendida aún por nosotros aquí en la Tierra. § Una estructura reticular nanocristalina podría ser usada como celdillas de resonancia o de aceleración de partículas capaces de lograr una violación de una ley llamada de la paridad, lo cual a su vez permitiría desde la perspectiva de la Teoría de la Gravedad Pentadimensional de los Drs. Kalusa y Klein, obtener una distorsión controlada de la curva local del espacio-tiempo, a un grado tal que sin la intervención de poderosos campos gravitatorios o electromagnéticos, se pudiera crear una distorsión tal como la precisada para tener un “Worm Hole” portátil, activable y ajustable a las necesidades del usuario del Brazalete. A la luz de los anteriores formulismos, notemos además el que ahora ya muchísimos científicos se sienten ya sorprendidos por el curioso paralelismo que guardan sus descubrimientos con las antiguas descripciones místicas de la realidad. Esas semejanzas han sido puestas de relieve por Gary Zukav en The Dancing Wu Li Masters y por Fritjof Capra en El Tao de la Física. El libro de Zukav toma su título de la expresión que se usa en chino para designar física, wu li, traducible como “estructuras de la energía orgánica”. “El teorema de Bell no solamente sugiere que el mundo es totalmente diferente de lo que parece –dice Zukav-, “sino que lo exige”. Capra compara la visión orgánica, unificada y espiritual de la realidad en la filosofía oriental con el paradigma que está surgiendo en la física. En realidad está ocurriendo algo apasionante. La Física ha “demostrado” de forma racional que las ideas racionales que tenemos sobre el mundo que vivimos son profundamente deficientes. El pensamiento occidental está aún tratando de objetivarlo todo. Un sutra hindú reza: “En este mundo cambiante sólo existe la mente”. Visión que formularíamos con la siguiente cuestión ¿Será verdad que el mundo es traído a la existencia, en algún extraño sentido, por el acto vital de participar? Nuestra lucha actual vista en los físicos avanzados como con los actuales maestros chamánicos puede ser, pues, sólo una degustación de un esfuerzo humano intelectual completamente nuevo, que no solamente quedará fuera de los campos cognoscitivos aceptados o convencionales, sino que incluso se le describirá como no científico”. Según Zukav, en algún sentido puede que nos estemos aproximando al “final de la ciencia... por lo menos cómo la hemos conocido hasta ahora”. A la vez que seguimos intentando comprender, estamos aprendiendo a aceptar los límites de nuestros métodos reduccionistas. Sólo la experiencia directa puede proporcionarnos un sentido de este universo no-local, de ese reino de lo interconectado. La conciencia abierta puede hacernos traspasar los límites de la lógica y de la percepción habitual, haciéndonos asomar a un conocimiento más completo. En el curso de los años, muchos constructores del moderno pensamiento científico se han dejado absorber profundamente por el intento de descubrir el papel de la mente en la construcción de la realidad. El gran físico E. Schrödinger, por ejemplo, ha podido decir que explorar la relación entre la mente intangible y el cerebro mensurable es la única tarea importante de la ciencia. Quizás el Brazalete, como instrumento de una inteligencia extraterrestre, venga a nosotros en este momento histórico para invitarnos a nos ser tan perezosos, y entrar de lleno en el gran esfuerzo de pensar en realidad de una manera independiente a lo que siempre cómodamente hemos aceptado como “realidad convencional”. Posiblemente ha llegado el momento de hacernos responsables de nuestras verdaderas capacidades. b. “Usos de los Campos Boltónicos en la Generación de Hiperdesplazadores” “Se dice que en el cielo de Indra, existe una red de perlas dispuestas de tal manera que si se contempla una se ven todas las demás reflejadas en ella. De igual forma, todo objeto de este mundo no es él solamente, sino que encierra en sí a todo los demás objetos, y está de hecho en todos los demás objetos”. Sutra Hindú. Anónimo. Durante los finales de la pasada década de los 90’s, un grupo de científicos de diversas disciplinas “coincidieron” en querer encontrar respuesta a múltiples preguntas: ¿Por qué la incidencia de actividad telúrica y volcánica en ciertas áreas, de acuerdo a un patrón físico oculto? ¿Por qué en ciertas áreas de Noruega se observa una marcada presencia de misteriosas luces de origen desconocido? ¿Por qué ciertas soluciones matemáticas a las ecuaciones de la Moderna Mecánica Sub-cuántica indicaban la presencia de un nuevo tipo de materia invisible, pero de efectos mensurables macroscópicamente? De éstas búsquedas se conjugó un grupo heterogéneo de científicos llevados por el destino, ellos, el Dr. David Fryberger, experto en Física de Campos y Partículas, el Dr. Erling Strand, meteorólogo, el Dr. Paul Devereux, vulcanólogo y geofísico, visibles en la foto de al lado. Ellos han determinado una multiplicidad de relaciones y teorías. Una de ellas que nos compete para el caso, es la de la existencia de un nuevo tipo de materia sub-cuántica, llamada por el Dr. Fryberger como partículas Boltónicas, las cuales se corresponderían a elementos de naturaleza mucha más pequeña que los Quarks y los Gluones. Según el modelo propuesto por el Dr. Fryberger, un cuerpo masivo en rotación, como la Tierra, poseería desde una perspectiva hiperdimensional, una configuración tal que le permitiría generar o captar un campo de energía con cualidades muy peculiares. Estos Boltones poseerían la facultad de viajar a diversas velocidades, tanto mayores como menores a la de la luz, podrían además por su configuración de once dimensiones, desplazarse de un lugar a otro del universo instantáneamente o hasta estar en dos lados o más lados simultáneamente. Poseerían carga eléctrica y spin intrínseco fraccionario, además de una función de onda interpretable en términos de una estructura de movimiento fractal. Los Boltones podrían ser incluso la partícula intermediaria descrita en las Teorías de Campo Unificado. Estas partículas podrían, adecuadamente manipuladas, permitir que un dispositivo poseyese levitación antigravitatoria, superconductividad eléctrica, impermeabilidad a los campos magnéticos, hipertranslucidez cristalina, sería además facultado para desplazarse de un punto a otro instantáneamente, además podía incluso condensar flujos intensos de energía en formas específicas de materia organizada. Podría un dispositivo así también reorganizar la estructura molecular, o atómica o hasta cuántica de un objeto cualesquiera, por ejemplo. Un aparato capaz de manipular los Boltones podría constituirse en un poderosísimo procesador de información, o sea en una computadora cuántica, de tal poder como para sobrepasar en capacidad de almacenamiento y proceso a todas las computadoras juntas de la Tierra. Los alcances de un aparato que disponga del poder manipular los Boltones es inconmensurable. El Dr. Fryberger propone que una estructura multidimensional intrínseca a la hipergeometría de la Tierra, se correspondería a puntos geográficos y a líneas sobre la superficie en los cuales se manifestarían grandes flujos de Boltones. De ser así, eso podría explicar el porque existen áreas o lugares en donde se manifiestan fenómenos muy difíciles o hasta imposibles de ser explicados por la ciencia actual. Nosotros hemos calculado sobre la base de estos principios hipergeométricos, con fundamento a un factor fractal, y hemos logrado un diagrama básico, presentado en la imagen adjunta, con el cual intentamos indicar áreas, líneas y puntos en los que fenómenos derivados de los Campos Boltónicos se manifestarían más extensamente. Como se observa abajo, en nuestro diagrama queda posicionada la Cd. de México precisamente en uno de los puntos de la retícula energética, siendo aquí un punto amarillo. Esto intenta representar el que el D.F. es un poderoso punto de expresión de tales campos de Boltones. En la actualidad estamos aún profundizando en los aspectos derivados de esta Hiperestructura reticular, pero todo parece indicar el que permite comprender una infinidad de fenómenos en virtud a las pautas y recurrencias ya registradas anteriormente. Además parece indicarse que los ápices, vértices y áreas de esta retícula poligónica pueden ser utilizados por esta tecnología extraterrestre para obtener la energía necesaria para su adecuado funcionamiento. De acuerdo a esta retícula por nosotros calculada, montañas de gran incidencia de avistamientos, así como áreas y trayectorias del movimiento de los ovnis durante las oleadas, parecen coincidir muy de acuerdo a estos trazos o líneas de energía. Incluso es posible que sobre los puntos de color, el la intersección de líneas, sea más fácil la manipulación de la tecnología asociada al Brazalete. Esta Hiperestructura energética se adecua notablemente a las leyes de la holografía. Para aclarar lo anterior, primero revisemos el concepto de Holograma: es genéricamente el método de obtención de imágenes fotográficas tridimensionales. Las imágenes se crean sin lente alguna, que esta técnica también se denomina fotografía sin lente. Las grabaciones reciben el nombre de hologramas (en griego, holos, 'todo'; gram, 'mensaje'). Pero los principios teóricos de la holografía no se remiten nada más hacia la obtención de imágenes grabadas; más bien se refieren al concepto de estructuras matriciales mucho más complejas. Estos principios fueron desarrollados por el físico británico de origen húngaro Dennis Gabor en 1947, lo cual le valió la concesión del premio Nobel. La primera producción real de hologramas tuvo lugar a principios de los años sesenta una vez disponible el láser. A finales de los años ochenta se comenzó la fabricación de hologramas en color, así como de hologramas que cubrían desde la región del espectro de las microondas hasta los rayos X. También se crearon hologramas ultrasónicos utilizando ondas de sonido. Un holograma se diferencia básicamente de una fotografía normal en que no sólo registra la distribución de intensidades de la luz reflejada, sino también la de fases. Es decir, la película es capaz de distinguir entre las ondas que inciden en la superficie fotosensible hallándose en su amplitud máxima, de aquellas que lo hacen con amplitud mínima. Esta capacidad para diferenciar ondas con fases distintas se logra interfiriendo un haz de referencia con las ondas reflejadas. Así, en uno de los métodos de obtención de hologramas, el objeto se ilumina mediante un haz de luz coherente, un haz en el que todas las ondas se desplazan en fase entre sí y que se genera con un láser. En esencia, la forma del objeto determina el aspecto de los frentes de onda, es decir, la fase con la que la luz reflejada incide en cada uno de los puntos de la placa fotográfica. Parte de este mismo haz láser se refleja simultáneamente en un espejo o prisma y se dirige hacia la placa fotográfica; este haz se denomina haz de referencia. Los frentes de onda de este último, al no reflejarse en el objeto, permanecen paralelos respecto del plano y producen un patrón de interferencia con los frentes de onda de la luz reflejada por el objeto. Si éste es un punto, por ejemplo, los frentes de onda del haz reflejado serán esféricos; el patrón de interferencia producido en la película estará entonces formados por círculos concéntricos, reduciéndose el espacio entre los círculos a medida que aumenta el radio. El patrón de interferencia producido por un objeto más complicado también será mucho más complejo, por lo que la simple inspección del holograma resultante sólo descubrirá un complicado patrón de estructuras oscuras y claras que aparentemente no guardan ninguna relación con el objeto original. Sin embargo, si se contempla el holograma bajo luz coherente, se hará visible el objeto grabado; y si se contempla el holograma desde diferentes ángulos, el objeto también se ve desde distintos ángulos. El efecto tridimensional se consigue porque el holograma reconstruye en el espacio los frentes de onda que originalmente fueron creados por el objeto. Una muy importante aplicación la constituye el almacenamiento de datos digitales, que se pueden grabar como puntos brillantes y oscuros en las imágenes holográficas. Un holograma puede contener miles de millones de datos en un espacio realmente reducido, permitiendo almacenar datos. Iluminándola mediante un haz de láser con diferentes ángulos se pueden recuperar selectivamente las distintas páginas o datos cifrados en el holograma. Además si fracciona en múltiples pedazos la placa donde se ha grabado un holograma, veremos increíblemente que cualquier pedazo de ella tiene la facultad de poder reproducir entera la misma imagen. El diagrama reticular de la configuración energética y Boltónica de la Tierra, tiene según nuestros cálculos, una configuración holográfica. Quizás la estructura energética multidimensional de los los seres vivos y de la mente autoconciente sea también similar a la de la Tierra. Y de ello podría valerse la tecnología extraterrestre. A saber existen fundamentos para pensar que sí es así. El Dr. Karl Pribram, neurólogo de Stanford, vio en el holograma un modelo apasionante de la forma como el cerebro almacena, y hasta procesa e interpreta la información cognoscitiva. Pensó él que si la información se encuentra distribuida más que localizada en el cerebro, tal vez sea un holograma. Tal vez el cerebro se ocupara de interacciones, interpretando frecuencias bioeléctricas en toda su extensión. Posteriormente se fueron encontrando lo que parecían estrategias de cálculo por el cerebro para sentir y conocer. Parece que para poder ver, oler, degustar, oír, etc., el cerebro lleva a cabo una serie de operaciones de cálculo complejas sobre las frecuencias de los datos que recibe. La textura, los colores, o un olor dulzón, por ejemplos, son solamente frecuencias cuando ingresan al cerebro. Así pensaríamos que, estos procesos matemáticos tendrían muy poca relación, o quizás ninguna, en términos de sentido común, con el mundo real tal y como lo percibimos. Todo el código de interpretación y memoria se encuentra en cualquier punto del medio. De tal forma, la mente física no es una cosa. Sólo serían relaciones abstractas. Sabemos que el cerebro decodifica las huellas almacenadas en su memoria, de un modo semejante a como la proyección de un holograma decodifica la imagen original. Como la configuración grabada en la placa holográfica no tiene dimensiones espacio-temporales, resulta comprensible entender que de igual forma el cerebro se graba la información, y veríamos cómo el cerebro holográficamente hablando, lograría trascender restricciones que el mundo habitual podría de otro modo imponerle a sus procesos de conciencia. La psicología Gestalt se fundamenta sobre el siguiente principio: Según lo que percibimos “ahí afuera” es lo mismo que existe en nosotros dentro, en nuestra conciencia. Eso implicaría –deducimos nosotros- que los procesos de interpretación del mundo son isomórficamente iguales que el mundo mismo, o sea, que si el cerebro físicamente funciona como un holograma, es que él es un holograma, entonces uno, el individuo interpretante y conciente es también un holograma y por lo tanto ¡El Mundo mismo es en si un holograma! Si la naturaleza de la realidad es holográfica, entonces el mundo es realmente maya: una mera apariencia mágica. Su materialidad concreta es una ilusión. David Bohm, discípulo protegido en otros tiempos por Einstein, propuso que el universo sea interpretado como un Cosmos Holográfico. Él dijo que lo que vemos normalmente es un orden ex – plicado, des –plegado de las cosas. Pero hay un orden subyacente, que es como el padre de una realidad de segunda generación. A este otro orden lo llama orden im-plicado. Este orden implicado encierra en sí nuestra realidad, de un modo muy semejante a como el ADN presente en el núcleo de la célula encierra en sí toda la vida en potencia y dirige el curso de su despliegue. En síntesis, la superteoría holográfica afirma que nuestros cerebros constituyen matemáticamente la realidad sólida mediante la interpretación de frecuencias provenientes de una dimensión que trasciende el espacio y el tiempo. El cerebro es por lo tanto un holograma que interpreta un universo holográfico. Somos realmente participantes en la realidad, observadores que afectan a lo observado. Y esta participación podría se utilizada por las conciencias extraterrestres para sus tecnologías. Vistos a esta luz, los fenómenos paranormales no son sino subproductos de esa matriz omniubicua y simultánea. Los cerebros individuales son pedazos de un holograma más grande. Bajo ciertas circunstancias, incluso condiciones creadas ex profeso, tendría acceso a toda la información presente en el sistema cibernético total. La sincronicidad –esa red de coincidencias que parece testimoniar la existencia de alguna relación o intención superior- encaja perfectamente en el modelo holográfico. Tales coincidencias cargadas de sentido derivan de la naturaleza estructurada, intencional y organizadora de la realidad matriz. Sobre estos elementos nos fundamentamos para considerar que los principios funcionales del Brazalete son de naturaleza nanobiónica, holográfica, y hasta fractal, de modo que en el Aparato existe un obvio sincretismo simbólico en la manera de la estructura lingüística en que –aparentemente- se formuló la información encriptada en los Símbolos grabados sobre su superficie. atentamente Lic. Jorge Guerrero Físico-matemático y Astrónomo, Universidad de Sonora Miembro de la Sociedad Mexicana de Física Miembro de The Planetary Society, University of California Co-director de la Academia de Cosmobiología del Edo. de Dgo. , A.C. Master en Parapsicología, Facultad Libre de Altos Estudios Paracientíficos –Barcelona, España- Master en Parapsicología, Open University of Advanced Sciencies Ltd. –Florida, E.U.A.- e-mail:
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Dra. Elvira Salas de Guerrero Médico Cirujano, Univ. Juárez del Edo. de Durango Investigadora de la Academia de Cosmobiología del Edo. de Dgo., A.C. Master en Parapsicología, Facultad Libre de Altos Estudios Paracientíficos –Barcelona, España- Master en Parapsicología, Open University of Advanced Sciencies Ltd. –Florida, E.U.A.- e-mail:
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